martes, 17 de noviembre de 2009


Presentación de la revista Ariel dedicada al Centenario de Florentino Morales.


Pocas veces la revista cultural Ariel dedicó uno de sus números a un acontecimiento determinado. Todos lo han merecido, pero el centenario del natalicio del poeta, historiador, ensayista, crítico e intelectual cienfueguero Florentino Morales, rebasa lo razonable para convertirse en un acto justiciero.
Aunque llevamos el mismo apellido Florentino y yo no compartimos lazos de sangre. Solo compartí con él los lazos que otorgan el amor y la admiración sin límites por un hombre que personificó a la bondad y humildad misma, que se fue tranquilo y despacio como transitó por la vida. Y en estas páginas también comparto con Floren una foto lejana en el patio del museo provincial como un momento entrañablemente feliz retenido en el tiempo.
Nunca será bastante una sola revista para comprender la anchura de Florentino Morales, ni suficiente todo lo que se haga para engrandecer su memoria. Este número de Ariel pretende un acercamiento a tanta vida fértil, tanta laboriosidad, tanto conocimiento compartido, tanta entrega para el prójimo, sin reparar en condiciones.
Este número, no es, ni con mucho, todo Florentino, pero el Consejo de Redacción de la revista fue minucioso en la selección de los textos que lo integran en pos de una representatividad lo más perfecta posible, aunque el orden y el concierto demandado por la jerarquización de los materiales no resultara el más feliz. Habría que lamentar, además, la carencia de pies de fotos elementalmente necesarios y ciertas explicaciones pasadas por alto, perdonables por el hecho de que las virtudes superan con creces los defectos.
No es un volumen sólo sobre Florentino, es una especie de hijo de ese hombre sencillo, con una vasta producción todavía sin publicar y parte de cuya obra, andares y desandares por la vida, tratan de llenar estas páginas.
Es de alguna manera , de ninguna manera a la manera de Marcel Proust, de buscar el tiempo perdido, más bien de encontrarlo, desde el mismo editorial de Ariel; de conocer el tamaño de la modestia y la erudición de Florentino Morales en sus palabras de presentación con motivo del recital de la poetisa Nivaria Tejera, en el Ateneo de Cienfuegos, el rescate de leyendas cienfuegueras como La Piragua fantasma, pareceres y aconteceres del Cine en Cienfuegos, detalles de lugares célebres de esta ciudad como el Bar-restaurant Covadonga, la instalación del alcantarillado de la ciudad, la radiodifusión y el deporte en Cienfuegos, todos perseguidores de historias contadas en lenguaje transparente y sin afectaciones.
Es desgranar Sonetos como Cascada del Hanabanilla, La Laguna de Guaranoca, El río Caonao, El caserío de Jagua, la Mancha de manjúas, un fragmento del poema Fernandina de Jagua, que dan fe del enamoramiento del poeta con la patria chica, la pasión por la naturaleza, por lo pequeño y lo grande que late en cada hombre.
Pero es también una muestra de su alcance intelectual, del lugar que ocupó en el parecer de personalidades de la cultura nacional de la dimensión de Samuel Feijóo, amigo entrañable de quien se publica aquí una denominada Cuarteta homenaje, digna de las locuras más divinas, la confianza depositada por el poeta Hispérides Zerquera, la admiración de Cintio Vitier y Fina García Marruz sobre las investigaciones de Florentino acerca de Mercedes Matamoros, el prólogo del poeta Agustín Acosta al libro Caracol, publicado por el Ateneo de Cienfuegos en 1954.
Inteligente la selección de fragmentos del prólogo al Romancero de Jagua, que con el título de La Historia tras los portales, la intelectual cienfueguera Aida Peñarroche traspone umbrales recorridos para dejarnos entrar en el más fiel conocimiento de este volumen de Florentino Morales .
Mejora el diseño en esta edición gracias al talento, el intento y la habilidad de Joel Ibáñez , en tanto se prestigia con la obra del artista de la plástica Osvaldo González Herrera, de quien la especialista Sila Quintana desnuda los ánimos.
Quedemos, pues, tras la lectura de este número de Ariel asidos a esa venerable figura todavía inconmesurable, laboriosa y contumaz, que acariciaba lo mismo al verso que a la Historia con la hidalguía de un caballero, con el amante confeso y leal de esta ciudad, con el Floren de su novia Elpidia, el Florito, de su hermana Isabel, papi, para su hija Fifi, el Abo de sus nietos Toto, Tammy y Omy, con el Florentino que es, con el de toda la ternura y la paciencia de que fue capaz.


Emma Sofía Morales
Consejo de Redacción
Revista Ariel

viernes, 10 de julio de 2009

La sabiduría para superar inconvenientes


Por: Emma Sofía Morales

Causas y azares, explicables y esotéricos, en confabulación con el absurdo ocasional, propiciaron que pasada la primera mitad del año 2009 se instalaran con demora y al unísono en el panorama literario cienfueguero tres números de la revista cultural Ariel.

La número dos de 2007 es, sin lugar a dudas, la emisaria de la laboriosidad , la paciencia y la sapiencia, que solo personas como Aida Peñarroche son capaces de poner a cuanto hacen. De su laboriosidad y su paciencia, amén del conocimiento y la inteligencia, emergió esta Revista índice, todo Ariel, todo recuento, toda caracterización imprescindible por demás, para comprender dos décadas de andar a trompicones y salir airosa, “a pesar de”. Ineludible dejar pasar este repertorio bibliográfico de la publicación cultural cienfueguera, contentiva de índices auxiliares de autores y materias, a partir de los cuales emerge un minucioso estudio métrico en tanto identifica las principales tendencias de la revista hasta el año 2006, cuáles son las materias , temáticas y autores de mayor presencia, en una obra concebida con estricto orden cronológico que responde a la manera clásica y la elegancia a que la autora nos tiene acostumbrados.. He aquí el resultado de un esfuerzo de gran utilidad para los estudiosos de la cultura, la literatura y el arte cienfueguero, cubano y universal, así como para el Consejo de Redacción de la revista, para no solo reconocer las temáticas más tratadas, sino para identificar las zonas de silencio que rondan a la publicación y a mejorar el balance, después de conocer sus ausencias. Capaz de contribuir a la localización y recuperación de la información publicada, la revista índice posee como valor agregado el estudio métrico que acompaña el repertorio bibliográfico. Unámonos en coro a la petición de Aida Peñarroche de no dejar pasar otros 20 años para reconsiderar lo hecho por Ariel en este primer intento en que ha dejado de ser adolescente para andar una adultez, ojalá, sin sobresaltos .

De esta tríada demorada aguardan otros dos números, que se me antojan ansiosamente a la espera de un inventario analítico o al menos descriptivo, de aquello que supone ser desenmascarado tras sus páginas. Pero sólo me limitaré a mencionar ciertos destellos de esta gran constelación, y de paso, dejo el resto en el silencio para que cada quien se atreva a desentrañar sus intimidades. La entrevista, la crítica literaria y cinematográfica, el ensayo, la poesía, la narrativa y la plástica, entre otros, aportan lo suyo a las revistas número Uno y Dos del 2008., sin embargo, siempre habrá que detenerse a escuchar voces ineludibles de indiscutible hondura interpretativa, sustento estético y conceptual.

Ya nada debería sorprendernos de los análisis literarios de Aida Peñarroche, (regresa nuevamente Aida Peñarroche a la revista número Uno del 2008) con La abuela interminable, inventario de ternuras y apegos, capaz de motivar a cualquier público y aliviar la avidez de regresar a las cosas entrañables perdidas en la infancia y a otras nostalgias que fueron o no fueron nunca, reales o imaginarias entre las cuales alcanza protagonismo el poemario La noche, de Exiclila Saldaña y se percibe cuánto le dictó divertidamente al oído Lina Rosa a Aidita en este texto, que se me antoja de las dos.

Paradigmas ambos de la anormalidad, Jesús Candelario y Antonio Pino se vuelven binomio que compagina la concordancia de lo ilógico, la disfrutan confabuladamente, mientras pretenden que los demás compartan un puñado de filosofías y pareceres, el primero con el libro Los Anormales son invisibles, el segundo con un ingenioso Ensayo de plagio para abrazar a un anormal auténtico, sin lugar a dudas, uno de los momentos de mayor agudeza del concierto de voces de este número de Ariel, en tanto pretende que escuchemos cuando grita: “No me impongas el cuento, no me retrates en tus ensueños ni me interpeles en tus vigilias”, mientras Kant sonríe en la sombra para recordarnos que el que se transforma en insecto, no debe quejarse si lo pisan. Benditos los anormales.

De lo que corresponde a la plástica se encargó Lilia Martín Brito con El parque de las esculturas ,recuento ineludible y reflexivo de tonalidades múltiples por la intención que pretende (y logra) cuando informa, analiza, medita, discurre y razona sobre este fenómeno devenido el primer parque postmoderno de Cuba, en el cual convergen discursos heterogéneos propios de generaciones heterogéneas, y a juicio de la especialista “Cienfuegos necesitaba este parque : marinero, soñador, creativo, sentencioso, acusador, reflexivo, enamorado de lo bello y de la fantasía, que propone e invita no solo a descansar, sino a pensar mientras se descansa, a jugar con las obras y a disfrutar de ellas tanto como pueda el caminante, según sus necesidades y sus deseos” .

En el apartado de poesía Ariel Ulloa, Isnoel Yanes González, Milay Laviña Hernández y Yannit Pozo Castillo preceden a La negación de estudio en blanco y negro de Virgilio Piñera, a cargo de Ileana Valdés Carranza, donde incursiona en la anatomía de la estética de la negación del dramaturgo cubano, demostradora de cómo maneja este concepto entre los elementos que conducen al entendimiento de conductas humanas, o como la propia autora considera (…) “el absurdo de algunos comportamientos en el momento de romper con viejas concepciones o perspectivas de las cosas”.

Premio Segur 2008, Alfredo Zaldívar aporta a este número de Ariel con Fábula y lluvia (incompletas) del poeta Luis Lorente, mientras Atilio Jorge Caballero se compromete con Claudio Magris o el valor de la persuasión, toda una incitación para el discernimiento, el conocimiento y el entendimiento, desde una perspectiva culta asentada en bases sólidas, que sin rebuscamientos, complejidades ni posturas impostadas es capaz de inmovilizar al lector frente a las páginas y quedar edificado tras una estupenda lectura.

Y no por ser la que espera, quedará sin referencias la segunda edición de Ariel correspondiente al 2008, contentiva de piezas como Salutación fraterna al taller mecánico “una clarinada poética” en la literatura cubana del siglo XX, a cargo de Victoria María Sueiro y Lázaro Valdés, quienes se aventuran en el tratamiento de la figura de Regino Pedroso y uno de sus exponentes poéticos más relevantes, a partir de una acuciosa investigación apegada al ámbito de este creador.

Un análisis léxico semántico de Rogacion de Cabeza, de Ángel Escobar realizado por Yaneidys Ortiz resulta una suerte para este número de la revista por constituir tema de escaso tratamiento y hacerlo de una manera atractiva y potable a partir de la obra poética de Escobar, plena de asociaciones de ideas y lucido manejo de la palabra, su personalísimo tránsito por la semántica, demostrador de una auténtico dominio del lenguaje.

Garcia Valenti o la memoria de los ángeles, es el aporte de Jorge Luis Urra Maqueira, quien con argumentos sólidamente sustentados se mueve por el quehacer de este fotógrafo artístico desde sus primeros intentos hasta hoy con el objetivo de, como el propio autor considera “dejar una constancia emotiva de la época, , de las eternas interrogantes,(…)

Válida la expresión poética de autores como Ivet Capote, Leonardo Figueras, Víctor Arturo Delgado, la narrativa de Yannit Pozo, la agudeza de análisis de Eilyn Lombard en su pieza El sitio en que tan bien se está, que transgrede lo meramente epidérmico para instalarse con fuerza en el ámbito poético de Clara Lecuona o la Resolución número uno de 2007, de Jesús Candelario Alvarado, peculiar manera de comunicar y declarar un toque de queda para el aburrimiento y los atados al ombligo propio.

Imperdonable dejar de mencionar la Saga de Pepe Gómez, de Jesús Fuentes o la Radiografía de un hechizado, de jorge Luis Águila Aparicio acerca de la narrativa de Marcial Gala.

No hay que ser experto para percatarse de la mejoría en el diseño, empañado, lamentablemente, por una impresión poco feliz que le resta lucidez, a lo cual hay que añadir la ocurrencia de errores de corrección y estilo que pudieran ser subsanados en gran medida de contarse con insumos indispensables para las pruebas de plana, pero son válidos otros pasos que añaden pequeños ingredientes cualitativos.

Loable la aparición de temáticas ausentes y necesarias, y aun cuando siga adoleciendo de variedad autoral se le escucha a Ariel un timbre más alto, aunque quede por redondear su sentido a la manera que demandan la madurez y los nuevos tiempos para ocupar el lugar, que no sin esfuerzo, se le ha ido escurriendo a los espacios de la creación, transformadora de entornos.

viernes, 26 de junio de 2009

Fanáticos del verano

Julio y agosto irrumpen en el año como una especie de temporada relajada y diferente, que los vapores del trópico no logran empañar en el disfrute de los cubanos.

Pantalones cortos, camisetas, trusas, chancletas y prendas mínimas, salen a coger aire por las calles de cualquier ciudad con el desenfado que sólo el verano es capaz de proporcionar.

Las vacaciones dicen sí y el movimiento de gente se multiplica en un ir y venir constante hacia playas, presas o algún pedacito de agua refrescante para espantar calores, tensiones y agobios, mientras el transporte hace maravillas para el traslado de personas hacia lugares solamente visitados una vez al año. Los cubanos asumen los días de asueto por su cuenta y riesgo, con sus propias posibilidades a cuestas, en una etapa que se les antoja distinta, quien sabe por qué caminos de la imaginación y la iniciativa.

Ya la escuela recesó sus actividades y los padres guardan las esperadas vacaciones para disfrutarlas junto a sus hijos, visitar a la familia lejana, esperar la media noche entre vecinos frente a un reñido juego de dominó, destapar aquella botellita de ron guardada por tantos meses en espera de la llegada de algún amigo caído del cielo desde cualquier provincia de la Isla...

Las arterías se tornan más populosas, rebosan actividad y bullicio mientras se multiplican los caminantes y los compradores en busca de ofertas realmente novedosas y otras no tanto, que durante esta etapa son más necesarias y perseguidas que nunca por lo que "resuelven" en el hogar cuando los muchachos, casi siempre con voracidad de dinosaurios, no paran de masticar y tragar.

Son ellos quienes más se apegan a cada minuto veraniego con la pasión de la mocedad, arrastran en la piel todo el sol al que “los mayorcitos huyen”, huelen a sal y arena, ponen a prueba la vitalidad del esqueleto durante interminables horas de baile ( más bien de contorsionismo ilimitado), pedaleo de bicicletas o prácticas deportivas, transgreden los horarios de sueño solo por el placer de saberse trasnochados, son capaces de ignorar los vapores del trópico y hasta disfrutar las temperaturas volcánicas.

Hay quienes aprovechan estos días en reparar aquel desperfecto que por meses permaneció en casa a la espera de ser solucionado y que el indetenible ritmo de la vida diaria, las responsabilidades laborales y sociales fueron dejando para el período vacacional. Es el momento en que las mujeres piensan cambiar de imagen si la suerte las acompaña y los peluqueros no se han sumado también a la vorágine vacacionista, para regresar al trabajo transformadas y nuevas, hacer un “tiempecito” para poner orden en escaparates y gavetas, botar lo inservible, arreglar los uniformes de los niños para el próximo curso escolar...

Las atracciones culturales, deportivas y de esparcimiento elevan su demanda, mientras los bolsillos hacen peligrar la economía doméstica por aquello de que "una vez al año no hace daño", cuando impulsados por el calor o el desprendimiento, adquirimos artículos vedados en los restantes meses.

Aquellos que prefieren quedarse frente a la TV con un vaso de limonada en la mano y un ventilador al lado, tienen una oferta más o menos decorosa en la programación veraniega, que atrapa a algunos como un imán y los arraiga a la casa como si en ello les fuera la vida. No importa si ya vieron once veces Lo que el Viento se Llevó y se dejan llevar por casi tres horas fílmicas atados a los caprichos de Scarlett O”Hara, los tormentos entre el amor y la carne de Ashley Wilkes y el cinismo de Reth Buttler.

Y es que en las vacaciones "cada cual se divierte a su manera", como reza una añeja canción infantil, aparentemente nimia y sin mayores trascendencias, pero que encierra toda esa disposición para el disfrute y el esparcimiento, porque los cubanos somos fanáticos del verano.

lunes, 20 de abril de 2009

No te transformes en otra, ciudad.




Emma Sofía Morales

Los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Jaime Sabines


No son los amorosos los que abandonan, aunque cambien, y mucho menos los que olvidan, ciudad.

Si Jaime Sabines le aportó exergo a Mario Benedetti para aquel poema de pasiones urbanas, (de otras pasiones urbanas), los cienfuegueros podemos tributar razones para disuadirlo, impugnar sus motivos y hasta desgarrarnos en obstinados argumentos, conjeturas sin salida o discernimientos más alejados de la lógica que del corazón.

Ni aunque te transfiguren todos los amores serás diferente, ni serás tantas como amorosos te recorran. Seguirás siendo única en el ánimo de tus amantes y no habrá ni indiferencias ni olvidos, ni se esfumará ese aroma del que dotas a tus hijos al nacer y los sometes a permanecer dentro de tu historia de luz.

El amor seguirá pasando por tus parques, amándolos también en la complicidad de lo eterno, sentándose en tus bancos, bajo cualquier árbol, sin que necesariamente deban de ser pinos para estrenar su homilía de ternuras, sino también jaguas, ocujes, y hasta majaguas fundacionales para celebrar la fiesta de los pájaros, la misma de siempre, la de 190 años ha.

No te permitas ser otra, ciudad, ni aun cuando el amor pinte tus muros, ni descubras en cualquier rostro el rostro del amor en un atardecer junto a la bahía. Te darás cuenta que en 19 décadas el amor va y regresa y te elige testigo de sus abrazos y crepúsculos, de sus bonanzas y aguaceros. Puedes permanecer tranquila y sin sobresaltos si alguien te dijera que el amor se va y no vuelve, porque no hubo ni habrá otoños en tus riberas y campos amados del sol, no habrá duelos para ti, ciudad de estatuas que perpetúan la vida.

Seguirás de columnas enhiestas y anatomía apegada a lo perfecto, a pesar de que alguien, alguna vez, te haya colgado el sanbenito de ser la urbe de calles rectas y cerebros retorcidos, los cerebros del desamor. Sabrás vencer ésas y otras miserias humanas con la transparencia de tu aire, la estirpe de tu gente, con el don que ni se adquiere ni se aprende, sino con el que se lleva por condición. Seguirás del azul apacible e indefinido que traza cada destino, de raíces tan abrazadas a la tierra como las corrientes a las profundidades marinas.

Y llegada hasta este tramo de palabras, te habrás percatado de que no he pretendido en lo absoluto desestimar los pareceres de Sabines, mucho menos los que ha puesto mi reverenciado Benedetti en ese poema que paraliza: “…Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura…” .Sólo me han servido de pretexto y asidero para implorarte que sigas la misma y no te transfigures, ciudad, o correrás el riesgo de lo imperdonable.



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viernes, 17 de abril de 2009

El artículo periodístico: Sin toda la presencia, ni toda la prestancia

Emma Sofía Morales

El artículo es al periodismo lo que el virus a la medicina. Cabe de todo un poco, puede despistar hasta al más entendido, tornarse algo impreciso en ocasiones, pero existen señales inequívocas del significado que cada uno encierra en sí mismo.

La proliferación cada vez más generalizada de otros géneros dentro de la prensa cubana ha contribuido al escaso manejo del artículo, pródigamente extendido en épocas pasadas por la amplitud de posibilidades que pretende. Las causas de que haya sido relegado a un plano sin número ordinal fijo (aún no soy capaz de determinar si a un segundo, tercero o cuarto planos) pudieran ser diversas, pero la necesidad de rescatarlo con los ingredientes de las tendencias más novedosas del medio es todo un reto, que quienes escriben deben asumir con toda la valentía de una profesión de valientes.

No basta echarle mano en cuestiones que ya se hacen recurrentes como la política, la economía o ciertas tendencias de corte histórico, por citar algunos escasos ejemplos. La vida es ancha y cambiable y cualquiera de sus aristas pudiera merecer un artículo, que de ningún modo es exclusivo de este o aquel tópico.

Aun cuando pudiera tener cierto parentesco con el ensayo (a mí me lo parece sobre todo por tratar de demostrar una hipótesis) el artículo tiene sus propios códigos, en los cuales pudieran hermanarse la opinión, lo informativo, lo educativo….sustentado en la diversidad, siempre y cuando plantee una tesis que haga las veces de columna vertebral, sin olvidar la originalidad y la fuerza que debe caracterizar a todo aquello que ronde al periodismo.

Tal vez lo más difícil, pero también lo más importante sea seleccionar una buena tesis y sustentarla con sólidos argumentos capaces de enganchar al lector, o como decimos en el gremio “tener garra”, pero también estar investidos de toda la información e investigación necesarias para resultar convincentes y auténticos.

Plantear lo que se quiere decir, argumentar lo que se quiere decir, y exponer conclusiones y recomendaciones sobre lo que ha querido decir, es una receta de cocina que no debe ser desdeñada por su aparente sencillez. Detrás de cada una de estas tres recomendaciones hay un caudal de posibilidades. Estas consideraciones podrían cerrar con la sugerencia de que cada artículo debe ceñirse al estilo y la proyección de la publicación a la cual tributa el periodista.

Soy del criterio de que cuando la musa nos visita (para usar palabras de la eximia Dulce María Loynaz) hay que dejarse guiar por ella; porque cuando hace su irrupción es ella quien traza la pauta, quien susurra al oído lo que de repente nos asombra ante el papel o la pantalla., pero si la susodicha desaparece, no queda más remedio que echar mano al oficio, agarrar bien sus herramientas, poner manos a la obra y obras a las manos. No hay excusas entonces para desdeñar al artículo.

En lo que respecta a este género existen rudimentos tan sencillos pero olvidados como pudieran ser la utilización de un lenguaje sencillo, comprensible y potable, toda vez que casi siempre el escritor pretende que lo lea un público amplio. De manera que el debe evitar terminologías exageradamente especializadas o de lo contrario aclararlas bien y transitar por lo cotidiano con naturalidad y desenvoltura para no caer en pedanterías innecesarias y afectaciones que mueven más a la risa que a la admiración.

Ser precisos, sencillos, originales, entre otras virtudes, también aplicables a los demás género periodísticos, es algo insoslayable.

La extensión es tan relativa como el vaso mediado de agua; hay quien lo encuentra medio lleno y otro, medio vacío, pero si además de agregar a los rudimentos antes mencionados le añadimos al artículo poder de síntesis, una sintaxis comprensible, sinceridad expresiva y un estilo propio, ya tendremos el vaso más lleno que vacío.

La realidad es abundante en acontecimientos. Los temas sobran. A escribir entonces.

sábado, 14 de marzo de 2009

Irán Millán Cuétara. La ciudad te sabe de memoria.



Desde el bautizo fundacional a la vera de una majagua las peripecias de lo que fuera la colonia Fernandina de Jagua y hoy es la ciudad de Cienfuegos, validan la esencia de la cienfuegueridad con un sentido casi mítico y una devoción sin límites.

Para discernir si en ello hay o no secretos, si es o no un misterio, cada quien deberá acudir a su propia pericia para desentrañar la cábala. No hay cienfueguero que no tenga la suya, más o menos compleja, más o menos sentimental, desde lo sensitivo o lo esencial, pero la de Irán Millán Cuétara aporta razones que no admiten discusión.

De amores sin retorno

Estar impúdicamente enamorado de esta sureña urbe es su argumento más contundente; y contra el amor no existen obstáculos ni reparos.

“La ciudad es mi novia”, alega sin dobleces, y a quienes conocen de sus desvelos por ella, no les cabe dudas de que es un amante seducido por encantos pequeños y gigantes, celoso y espléndido, tanto, que acabó desnudando todos sus valores para darle como regalo a su Centro Histórico la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad.

De los afectos

“Cienfuegos es la casa grande en la que se da cita lo mejor de cada uno de sus habitantes, quienes tienen el privilegio de vivirla y sentirla. Es el pretexto donde convergen el afán de su gente por el mejoramiento humano”, sentencia sin titubeos, mientras desde un quicio cualquiera, como un cienfueguero cualquiera trata de sostener al unísono la palabra con que responde a mis preguntas y el cuidado de Adriana, su primera nieta.

“Esta es una ciudad excepcional, única en el mundo”.

Del arraigo

“Aquí se ratifica una personalidad y un fuerte sentido de pertenencia, donde ser cubano es un orgullo, pero ser cienfueguero es todo un privilegio”.

No es precisamente su condición de Conservador lo que le otorga ese sentimiento. Hay algo en ese hombre de intangible y hasta inextricable que sin hablar, dice a gritos cuánto reverencia a la Perla. Y aunque alguna vez dijo sentirse Quijote sobre Rocinante para defenderla, su figura está más apegada a raíces cercanas, a la cosmogonía y las tradiciones de este sureño paraje. No es necesario ser demasiado observador para darse cuenta de que lleva en sí la traza legendaria de haber podido tener la estirpe uno de los descendientes de Hamao y Guanaroca, amante adolescente de Marilope, cómplice del silencio de Azurina, consejero prudente de Aycayía, guerrero junto a Ornoya, el héroe de Jagua.

Del azul y del mar

Azul, el color con que la leyenda nombró a la dama fantasma que recorre en noches de luna llena las almenas de la fortaleza de nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, es uno de sus preferidos. ¿Cuánto de sortilegio y seducción corresponderá a la bahía con su celeste inalterable detenido en el tiempo en esta preferencia cromática? ¿Se lo habrá cuestionado él? Puede que ni siquiera se lo haya planteado, pero en cuanto a la entrañable rada, las cosas son bien diferentes, porque está convencido de todo lo que aporta esa extensión calma y salada al encanto urbanístico de la ciudad. “El vínculo de la urbe con el mar es un elemento identitario de Cienfuegos… ese abrazo de la ciudad y su entorno con el mar”.

De las intimidades

No importa si es oriundo o no de estos predios, porque si nació lejos de aquí fue por mera casualidad. Irán Millán estaba predestinado a echar sus raíces en este pedazo cubano y si alguien tiene alguna otra opinión deberá fundamentarla a fuerza de pasiones, no de hechos. “Yo bebí agua de los cuatro ríos que desembocan en la bahía, tal vez ahí esté el secreto de todo, por que ésa, es agua bendita”.

…¿te molestaría que alguien te preguntara si te parieron debajo de un árbol de jagua?

“No ocurrió así…, pero me hubiera encantado, para estar más vinculado a las raíces de esta bella tierra”.

Las calles de Cienfuegos conocen sus pasos de memoria, saben de los zapatos que lleva; si de tanto andarlas, ellas mismas pulieron sus suelas; si preocupaciones o dolores añadieron pesadez a su cuerpo; si la felicidad lo volvió más ligero o la tensión de una jornada de trabajo lo regresa a casa cansado, pero feliz, mientras que la ciudad toda, de casi 190 años, reconoce su sombra en las paredes, la percibe como una caricia y la disfruta, porque él la recorre sin prisas y se complace en sus olores en un acto de amor recíproco desde siempre.