viernes, 10 de julio de 2009

La sabiduría para superar inconvenientes


Por: Emma Sofía Morales

Causas y azares, explicables y esotéricos, en confabulación con el absurdo ocasional, propiciaron que pasada la primera mitad del año 2009 se instalaran con demora y al unísono en el panorama literario cienfueguero tres números de la revista cultural Ariel.

La número dos de 2007 es, sin lugar a dudas, la emisaria de la laboriosidad , la paciencia y la sapiencia, que solo personas como Aida Peñarroche son capaces de poner a cuanto hacen. De su laboriosidad y su paciencia, amén del conocimiento y la inteligencia, emergió esta Revista índice, todo Ariel, todo recuento, toda caracterización imprescindible por demás, para comprender dos décadas de andar a trompicones y salir airosa, “a pesar de”. Ineludible dejar pasar este repertorio bibliográfico de la publicación cultural cienfueguera, contentiva de índices auxiliares de autores y materias, a partir de los cuales emerge un minucioso estudio métrico en tanto identifica las principales tendencias de la revista hasta el año 2006, cuáles son las materias , temáticas y autores de mayor presencia, en una obra concebida con estricto orden cronológico que responde a la manera clásica y la elegancia a que la autora nos tiene acostumbrados.. He aquí el resultado de un esfuerzo de gran utilidad para los estudiosos de la cultura, la literatura y el arte cienfueguero, cubano y universal, así como para el Consejo de Redacción de la revista, para no solo reconocer las temáticas más tratadas, sino para identificar las zonas de silencio que rondan a la publicación y a mejorar el balance, después de conocer sus ausencias. Capaz de contribuir a la localización y recuperación de la información publicada, la revista índice posee como valor agregado el estudio métrico que acompaña el repertorio bibliográfico. Unámonos en coro a la petición de Aida Peñarroche de no dejar pasar otros 20 años para reconsiderar lo hecho por Ariel en este primer intento en que ha dejado de ser adolescente para andar una adultez, ojalá, sin sobresaltos .

De esta tríada demorada aguardan otros dos números, que se me antojan ansiosamente a la espera de un inventario analítico o al menos descriptivo, de aquello que supone ser desenmascarado tras sus páginas. Pero sólo me limitaré a mencionar ciertos destellos de esta gran constelación, y de paso, dejo el resto en el silencio para que cada quien se atreva a desentrañar sus intimidades. La entrevista, la crítica literaria y cinematográfica, el ensayo, la poesía, la narrativa y la plástica, entre otros, aportan lo suyo a las revistas número Uno y Dos del 2008., sin embargo, siempre habrá que detenerse a escuchar voces ineludibles de indiscutible hondura interpretativa, sustento estético y conceptual.

Ya nada debería sorprendernos de los análisis literarios de Aida Peñarroche, (regresa nuevamente Aida Peñarroche a la revista número Uno del 2008) con La abuela interminable, inventario de ternuras y apegos, capaz de motivar a cualquier público y aliviar la avidez de regresar a las cosas entrañables perdidas en la infancia y a otras nostalgias que fueron o no fueron nunca, reales o imaginarias entre las cuales alcanza protagonismo el poemario La noche, de Exiclila Saldaña y se percibe cuánto le dictó divertidamente al oído Lina Rosa a Aidita en este texto, que se me antoja de las dos.

Paradigmas ambos de la anormalidad, Jesús Candelario y Antonio Pino se vuelven binomio que compagina la concordancia de lo ilógico, la disfrutan confabuladamente, mientras pretenden que los demás compartan un puñado de filosofías y pareceres, el primero con el libro Los Anormales son invisibles, el segundo con un ingenioso Ensayo de plagio para abrazar a un anormal auténtico, sin lugar a dudas, uno de los momentos de mayor agudeza del concierto de voces de este número de Ariel, en tanto pretende que escuchemos cuando grita: “No me impongas el cuento, no me retrates en tus ensueños ni me interpeles en tus vigilias”, mientras Kant sonríe en la sombra para recordarnos que el que se transforma en insecto, no debe quejarse si lo pisan. Benditos los anormales.

De lo que corresponde a la plástica se encargó Lilia Martín Brito con El parque de las esculturas ,recuento ineludible y reflexivo de tonalidades múltiples por la intención que pretende (y logra) cuando informa, analiza, medita, discurre y razona sobre este fenómeno devenido el primer parque postmoderno de Cuba, en el cual convergen discursos heterogéneos propios de generaciones heterogéneas, y a juicio de la especialista “Cienfuegos necesitaba este parque : marinero, soñador, creativo, sentencioso, acusador, reflexivo, enamorado de lo bello y de la fantasía, que propone e invita no solo a descansar, sino a pensar mientras se descansa, a jugar con las obras y a disfrutar de ellas tanto como pueda el caminante, según sus necesidades y sus deseos” .

En el apartado de poesía Ariel Ulloa, Isnoel Yanes González, Milay Laviña Hernández y Yannit Pozo Castillo preceden a La negación de estudio en blanco y negro de Virgilio Piñera, a cargo de Ileana Valdés Carranza, donde incursiona en la anatomía de la estética de la negación del dramaturgo cubano, demostradora de cómo maneja este concepto entre los elementos que conducen al entendimiento de conductas humanas, o como la propia autora considera (…) “el absurdo de algunos comportamientos en el momento de romper con viejas concepciones o perspectivas de las cosas”.

Premio Segur 2008, Alfredo Zaldívar aporta a este número de Ariel con Fábula y lluvia (incompletas) del poeta Luis Lorente, mientras Atilio Jorge Caballero se compromete con Claudio Magris o el valor de la persuasión, toda una incitación para el discernimiento, el conocimiento y el entendimiento, desde una perspectiva culta asentada en bases sólidas, que sin rebuscamientos, complejidades ni posturas impostadas es capaz de inmovilizar al lector frente a las páginas y quedar edificado tras una estupenda lectura.

Y no por ser la que espera, quedará sin referencias la segunda edición de Ariel correspondiente al 2008, contentiva de piezas como Salutación fraterna al taller mecánico “una clarinada poética” en la literatura cubana del siglo XX, a cargo de Victoria María Sueiro y Lázaro Valdés, quienes se aventuran en el tratamiento de la figura de Regino Pedroso y uno de sus exponentes poéticos más relevantes, a partir de una acuciosa investigación apegada al ámbito de este creador.

Un análisis léxico semántico de Rogacion de Cabeza, de Ángel Escobar realizado por Yaneidys Ortiz resulta una suerte para este número de la revista por constituir tema de escaso tratamiento y hacerlo de una manera atractiva y potable a partir de la obra poética de Escobar, plena de asociaciones de ideas y lucido manejo de la palabra, su personalísimo tránsito por la semántica, demostrador de una auténtico dominio del lenguaje.

Garcia Valenti o la memoria de los ángeles, es el aporte de Jorge Luis Urra Maqueira, quien con argumentos sólidamente sustentados se mueve por el quehacer de este fotógrafo artístico desde sus primeros intentos hasta hoy con el objetivo de, como el propio autor considera “dejar una constancia emotiva de la época, , de las eternas interrogantes,(…)

Válida la expresión poética de autores como Ivet Capote, Leonardo Figueras, Víctor Arturo Delgado, la narrativa de Yannit Pozo, la agudeza de análisis de Eilyn Lombard en su pieza El sitio en que tan bien se está, que transgrede lo meramente epidérmico para instalarse con fuerza en el ámbito poético de Clara Lecuona o la Resolución número uno de 2007, de Jesús Candelario Alvarado, peculiar manera de comunicar y declarar un toque de queda para el aburrimiento y los atados al ombligo propio.

Imperdonable dejar de mencionar la Saga de Pepe Gómez, de Jesús Fuentes o la Radiografía de un hechizado, de jorge Luis Águila Aparicio acerca de la narrativa de Marcial Gala.

No hay que ser experto para percatarse de la mejoría en el diseño, empañado, lamentablemente, por una impresión poco feliz que le resta lucidez, a lo cual hay que añadir la ocurrencia de errores de corrección y estilo que pudieran ser subsanados en gran medida de contarse con insumos indispensables para las pruebas de plana, pero son válidos otros pasos que añaden pequeños ingredientes cualitativos.

Loable la aparición de temáticas ausentes y necesarias, y aun cuando siga adoleciendo de variedad autoral se le escucha a Ariel un timbre más alto, aunque quede por redondear su sentido a la manera que demandan la madurez y los nuevos tiempos para ocupar el lugar, que no sin esfuerzo, se le ha ido escurriendo a los espacios de la creación, transformadora de entornos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario