jueves, 19 de abril de 2012

Cubano de las grandes causas, ¿dónde escondes las pequeñas?



  No sé si habrá en el mundo humano más humano que el cubano…, con redundancia, cacofonía y todo. Capaz de desgarrarse en obras por el bien del prójimo, que a un desconocedor de la idiosincrasia de quienes nacimos en esta ínsula, dejaría atónito. Uno de esos titanes, es el colega José Alejandro Rodríguez, capaz de escalar a la cima de lo imposible desde su columna Acuse de Recibo en el periódico Juventud Rebelde. Sin cansancio, Pepe se entrega completo, indaga, denuncia, critica, se desgarra en sentimiento, pasión y gestiones …¡resuelve…!, pero es preciso ver cuántos hijos de esta tierra lo siguen y respaldan en su cruzada.
  Una madre le escribió hace poco para denunciar el maltrato recibido en cierta unidad de salud en una provincia oriental y la desatención de su niño inmunodeficiente, después de un azaroso viaje de 60 kilómetros. Al leer la queja, aparecida en la edición digital de JR, un médico criticó la actitud de su colega, se brindó desinteresadamente para atender al paciente y detalló dónde podía ser localizado para ello. En la capital, una persona brindó su casa para que el enfermo fuera tratado allá.
  Es esa sección una especie de espejo de cuanto somos capaces, nosotros, los cubanos; los adalides de las grandes causas, pero también los paladines de la mezquindad cuando de causas menores se trata.
  Detesto (como pretenden algunos) culpar a la mezcla de sangres en este defecto que nos sume en un pantano de miserias humanas. O, sea, la reunión de genes españoles, africanos, chinos y demás, que ha convertido a la picardía en una filosofía en gran parte del temperamento nacional.
  Capaces de dar sangre y vida por cualquiera, esos mismos, pueden actuar con tremendo cinismo cuando de perjudicar a otro se trata, ya sea para obtener un beneficio mínimo, que para quitarse un problemita de encima y echarle la culpa a un inocente. Hay expertos en este ejercicio.
  Los débiles, tal vez los más decentes, los menos agresivos o bien intencionados, (usted tiene toda la libertad para añadir adjetivos) salen perdiendo en la jugada, quizás por aquello de que pretender un enfrentamiento con la casi siempre prepotente contraparte, le puede ocasionar consecuencias sin límites…, porque hasta la violencia puede aportar lo suyo aquí.  La fatídica frase de “lo mío primero” añade vitriolo a la cuestión y catapulta el individualismo hasta la estratosfera.
  Tal fenómeno es diverso y pluriambiental… El cubano de las grandes causas se convierte en un canalla cuando llega a una cola y en el mejor de los casos le dice a quien está comprando: “sácame ahí…”,  porque puede ser peor si se cuela o pone malo el entorno para extraerle provecho a la situación. ¿Y el respeto que merece el resto de la fila que aún espera por su turno? Bien, gracias.
  El cubano de las grandes causas puede volverse un ratero tras un mostrador mientras le sisa unos centavos al cliente “porque no tengo vuelto”; saca la cabeza por la ventanilla de la guagua para que la embarazada siga de largo y resuelva su problema en otro lugar; le agrega mayor cantidad de agua al refresco que cobra como de primera; con un pase mágico deja la bola de helado hueca; le “tumba” media libra a la mercancía que oferta; se hace el bobo para no reparar el daño que le causó a tu casa cuando construyó la suya; barrió para tu patio la basura que limpió del suyo; es incapaz de reconocer cuándo el producto que expende no cumple con los parámetros de calidad mínimos; esconde las zanahorias podridas dentro del mazo donde hay algunas sanas; madura a puro carburo la mano de plátano, so pena de expandir el cáncer como pandemia para echarse dinero rápido en el bolsillo; le desgarra el prestigio a “ese atravesa’o”…
  ¿Sigo? Para qué. Me parece estar viendo a ciertas víctimas asentir mientras leen esto; a los pícaros esbozando “una cierta sonrisa” (con la venia de Françoise Sagan); a los pesimistas afirmando: “eso no tiene remedio”;  y a los optimistas, apostando fuerte para que los cubanos no dejen de ser jamás los campeones de las grandes causas y saquen las pequeñas del escondite.









No hay comentarios:

Publicar un comentario