viernes, 10 de diciembre de 2010

DEL MAGISTERIO A LA LEYENDA


Cuartero, el director del Pre

Por: Emma Sofía Morales

Habrá quienes impugnen sus métodos, mientras otros los sigan venerando tras el muro de años que separa al presente de lo que fuera el Instituto Preuniversitario Urbano Jorge Luis Estrada de Cienfuegos, pero es difícil que quien estuviera bajo su égida pueda olvidar a Rolando Cuartero.
Con una imagen bastante apegada a la del actor norteamericano Morgan Freeman, alto, delgado y de voz rajada, de impecable porte y personalidad de nervios recios Cuartero retorna desde lejanas reminiscencias con soplos de Quijote tropical hasta la contemporaneidad, deshaciendo entuertos en el escabroso oficio de moldear gente y fundar procederes poco ortodoxos en materia de enseñanza.
Si no, cómo entender que el alumnado le tuteara, aun cuando el respeto que sudaba junto con la camisa fuera capaz de paralizar con la mirada a una masa de hormonas inquietas e ideas plurales, decir “!cariño!” donde debía estar una reprimenda ejemplar, dejarlo claro todo con solo poner su mano sobre el hombro del transgresor o incrustar un vistazo penetrante y fijo, suplente infalible de las palabras, ante una infracción escolar. Logró así establecer un código de entendimiento recíproco, de esencias implícitas y silencios sobreentendidos que no necesitaban de derechos de autor para reconocerlos como suyos.
Anécdotas hay que lo convirtieron en leyenda, le agregaron fábulas más cercanas al mito que a lo veraz y legitimaron con una especie de tradición oral la certidumbre de hallarse ante la evidencia de lo cierto.
Quién no escuchó decir que Cuartero irrumpía de repente y rescataba a cualquiera de “sus muchachos” de la sala oscura de un cine, del bar de un reconocido hotel donde expendían junto con la elegancia limonada de a peso o de una fiesta de barrio, para sumergirlos en libros y libretas. Quién pudiera afirmar con precisión dónde empiezan y dónde terminan lo real y lo imaginario que le imputaron notoriedad pedagógica entre generaciones enteras de cienfuegueros., que por encima de otra cosa le agradecen haberles enseñado a estudiar y aprender.

Echó mano a la autoridad y la habilidad para llevar durante años al “Jorge Luis Estrada” a los primeros lugares entre los centros de su tipo en el país, ganarle juegos de baloncesto a quienes estuvieran dispuestos a retar al equipo del plantel, hacer cantar apasionadamente a todas las voces de la escuela, dotadas y no dotadas, en un acto masivo en el parque Martí, fraguar obras de teatro para los festivales de la FEEM, y blandir sin flaquezas un sistema formativo estricto y sin fisuras, que hoy día rinde frutos en cientos de profesionales, cincuentones ya. Quiénes de ellos pretenderán sin éxito escapar de la nostalgia ahora…
Cuántos reconocen hoy que le deben un código de valores sustentados en la decencia, el respeto y la vergüenza ejercido desde la autoridad y el liderazgo, repartido sin fatigas con mano firme y segura.
Inevitable encontrar a Cuartero, Hijo ilustre de Cienfuegos, en otros seguidores, cuando hoy el esmero por empujar los valores que se cocieron en “su Pre" rejuvenecen en los actuales preuniversitarios urbanos, alguno de los cuales podría llevar su nombre, retomados desde la cordura (situaciones económicas aparte) por mentalidades preclaras, encarnadas en la continuidad de sus directores, armados de razones, criterios y pasiones en el arduo camino de componer caracteres de bien, herederos del mismo sentido de unidad y pertenencia que le conocimos a Cuartero treinta años ha.
Después de más de ocho décadas de vida y un robusto historial como maestro, director, asesor de nacientes empeños, Cuartero se “fue tranquilo, se fue despacio” en el mayo de 2002, mientras dejaba tras sí multitud de pareceres, pero no indiferencia, porque fue un hombre coherente, consecuente consigo mismo y con su tiempo, soñador empedernido, legionario inveterado, hacedor de gente, optimista, capaz de signar vidas sin desganas ni perezas.




Antiguo preuniversitario Jorge Luis Estrada, actual Escuela Provincial de Arte Benny Moré.


Su mayor enseñanza, la que enarboló como filosofía práctica: aplicarse con tenacidad para atrapar los sueños y desgarrarse las manos en el intento de llegar a la cima. Una lección de vida, el modesto cartelito en la pared del salón de profesores con la sapiencia de Ho Chi Minh: “Nada es difícil, la dificultad está en que el corazón no persevere, hombres firmes y resueltos arrasan montañas y colman mares”. El legado mejor, aquel que dominaba su oficina en frase que tomó del Apóstol: “Solo en el cumplimiento triste y áspero del deber está la verdadera gloria”.

2 comentarios:

  1. Creo que sus dudas al exaltar el legado de Cuartero se debe a que conoce los casos en que llevó a la cárcel a sus estudiantes y maestros: Néstor Díaz de Villegas, De la Cruz, Irizar. En 1974 fui condenado a 5 años de prisión por un poema de 20 líneas. Cuartero no tuvo escrúpulos en acusarme y en aparecer en el juicio de un niño de 18 años, mi edad entonces, y en ser inflexible en su petición de que me condenaran. Lo mismo había hecho con los profesores De la Cruz e Irizar un año antes. "Triste y áspero" es ciertamente el legado de Rolando Cuartero, sobre todo para quien tuvo que sufrir 5 años de cárcel por su celo partidista. Afortunadamente existe algo llamado "memoria histórica".

    ResponderEliminar
  2. Encuentro su artículo cuatro años más tarde, pero nunca es tarde para estas cuestiones. Rolando Cuartero era director del Pre cuando yo cursaba allí el 2do año, en 1973. En 1974, debido a una acusación suya, fui a parar con 18 años a la Seguridad del Estado. Mi delito era haber escrito un poema de 20 líneas. Cuartero fue feroz en su acusación, no tuvo reparos en comparecer en el juicio por "diversionismo ideológico" y pedir la máxima condena para mí. Me dieron 6 años, de los cuales cumplí 5 en distintas prisiones. Ahora que yo tengo hijos, y a veces cuando veo a un muchacho de 18 años, me acuerdo de Cuartero y me pregunto cómo alguien puede tener la crueldad de meter a un niño a la cárcel, por un delito tan pequeño, por tantos años. Antes de mí, los profesores De la Cruz e Irizar habían ido a parar a la cárcel debido al celo partidista de su querido Cuartero. Algún día sus crímenes serán parte de la historia de Cienfuegos, de la historia de la educación en Cuba. La memoria es imposible de borrar. Le agradezco poder encontrar, 40 años más tarde, una imagen de mi acusador. La he guardado en mis archivos para que futuras generaciones puedan ver cómo lucía alguien capaz de perpetrar un acto de absoluta inhumanidad.

    ResponderEliminar